Llevo varios días viendo este tipo de fotos y la vergüenza que siento es estratosférica. Como director de una organización que tiene un programa de voluntariado y trabaja en el Líbano con familias refugiadas quiero contaros algo. Seré breve 👇 pic.twitter.com/kwbRVVNyW2
— Pablo Sánchez (@Pablosanchezvol) July 26, 2022
Irse a un país a miles de kilómetros durante un par de semanas para "ayudar" a la población y conocer su modo de vida no es voluntariado, es negocio. La pobreza se convierte en un atractivo turístico y los niños en "algo con lo que hacerse fotos".El efecto que tiene es devastador pic.twitter.com/6fodvDSzI1
— Pablo Sánchez (@Pablosanchezvol) July 26, 2022
Por varias razones:
— Pablo Sánchez (@Pablosanchezvol) July 26, 2022
La primera es la romantización de la pobreza y su normalización. El típico "qué felices son con tan poco", lo cual es una mercantilización de la desigualdad como algo que merece ser visitado y celebrado. La gente quiere comida, techo y trabajo, no tus fotos. pic.twitter.com/TEUlDb8bPw
El fin de estos viajes es de carácter personal, no solidario. Además, quienes hacen estos viajes reproducen ese complejo de salvador blanco que cree que su presencia es necesaria para resolver los problemas cuando la inestabilidad de estos países es lo que Occidente provoca.
— Pablo Sánchez (@Pablosanchezvol) July 26, 2022
Las diferencias culturales no son algo que admirar como si fuera un zoo, como si las personas fueran animales. ¿Os imagináis que alguien os hiciera fotos mientras coméis en el McDonald's? Así se ven este tipo de cosas.
— Pablo Sánchez (@Pablosanchezvol) July 26, 2022